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diumenge, 10 d’abril del 2011

¿NOS ESTAMOS INDIGNANDO? - El Periódico 10/04/2011

  • Algunos sociólogos prevén un estallido y otros niegan que se den los requisitos.

  • El individualismo y la debilidad sindical dificultan una movilización masiva.


Diez de la mañana en una oficina de colocación del centro de Barcelona. Caras largas aguardando turno bajo un gran cartel de la Generalitat que aquí suena a sarcasmo: Encarem el futur. Entre los que esperan, Inma, de 48 años, lleva en paro casi un año. Trabajaba de interina en la Generalitat. «He mandado un montón de currículos. Ni una entrevista. ¡Sería necesario manifestarse, los recortes siempre afectan a las clases más bajas!», afirma con énfasis. Pero añade: «Tampoco sirve de mucho».
 
Inma, una de los más de 600.000 catalanes que viven en el epicentro de la crisis, los parados, personifica el gran interrogante: ¿la crisis desatará la indignación social o se impondrá la resignación ante los recortes sociales?. Y, en caso de prender la indignación, ¿cuajará un rechazo global o todo quedará en pequeñas protestas ocasionales, corporativas y atomizadas?

LA RADIOGRAFÍA
La fragmentación del disgusto y la protesta
Junto a Inma, Sergio, de 35 años, parado desde hace cuatro meses, no esconde su rechazo a los recortes, pero cree que «la gente está muy dormida, cada cual va a lo suyo, y hay demasiadas cortinas de humo. Cosas como lo de Islandia [donde el Gobierno, empujado por el electorado, ha empezado a meter en cintura a los banqueros] aquí no pasan».
 
Los expertos en movimientos sociales saben de qué habla Sergio. Saben que, en palabras del profesor de Ciencias Políticas de la UAB Joan Subirats, «existe una gran cantidad de cabreos, pero muy segmentados, por la mayor individualización de la sociedad, la debilidad de los agentes sociales clásicos y una estructura laboral que no facilita la acción conjunta porque fracciona en muchas categorías diferentes».
 
Otros teóricos, como el sociólogo Xavier Bonal, también inciden en la atomización como una de las piedras en el camino que va de la indignación a la acción. «La lógica del sindicalismo lleva el germen del corporativismo y tras la huelga general las centrales mayoritarias han tenido una actitud muy táctica y negociadora», apunta Bonal. Y añade: «La lógica de las administraciones también es hacer estrategias de atomización social».

CALDO DE CULTIVO
¿Hay base para una movilización general?
El segundo ingrediente fundamental, casi previo al anterior, es lo que el nonagenario Stéphane Hessel (el único redactor aún vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos) define en su alegato ¡Indignaos! como la capacidad, especialmente de los jóvenes, de buscar razones para indignarse. De entrada, reconoce que esas razones hoy «pueden parecer menos nítidas» que en su juventud, pero recomienda: «Buscad un poco, las encontraréis». 

La gran mayoría de las asociaciones sociales -que en Catalunya presentarán el martes un manifiesto antirrecortes junto a sindicatos y colegios profesionales- conjugan enseguida expresiones como malestar, miedo, angustia, ganas de salir a la calle... La socióloga Marina Subirats, coordinadora del estudio Societat Catalana 2010, lo tiene claro: «Hay un caldo de cultivo porque los recortes ya existen».
 
Marina Subirats está convencida de que «los movimientos de protesta irán a más mientras exista esta ofensiva tan fuerte del capital». Sin embargo, el investigador social Javier Elzo la contradice: «A riesgo de ser políticamente incorrecto, no estamos tan mal. La mayoría de la población está contenta con su situación porque se ha mantenido lo básico del Estado del bienestar».

POSIBLES ESPOLETAS
Los desahucios y las redes sociales
Ningún teórico pretende jugar a adivino, pero Joan Subirats cree que un drama social como el de los desahucios, con más de 250.000 ejecuciones hipotecarias en España desde el 2007, puede ser el factor que haga tomar cuerpo a la indignación: «Es una lucha concreta, que aglutina a ciudadanos de todo tipo, que puede conseguir una victoria y cuyo enemigo es uno de los considerados culpables de la crisis».
 
En el terreno sindical, Josep Maria Álvarez, líder de la UGT, cree que, en el caso de Catalunya, la reciente supresión del impuesto de sucesiones puede ser lo que haga que la indignación aflore definitivamente.
 
Muchas miradas se dirigen a las redes sociales. Si en Londres los sindicatos de estudiantes se vieron superados por las movilizaciones convocadas en internet, en España afloran movimientos como Juventud sin futuro o portales como Democracia real ya, de la misma forma que brotaron colectivos como V de vivienda o Afectados por la hipoteca frente al problema de los desahucios.
 
Hessel ve dos motivos claros para la indignación: «La inmensa distancia entre los muy pobres y los muy ricos (...) y los derechos humanos y la situación del planeta».


ARCADI OLIVERAS, PRESIDENTE DE JUSTÍCIA I PAU. «Es el momento de la movilización»
«Tras los 100 días del Govern, ha llegado el momento de la respuesta, aunque sea preventiva, ante lo que se quiere hacer: la supresión del impuesto de sucesiones, los recortes en salud, las propuestas neoliberales del consejo de asesores económicos... No estaría mal que se planteara ya una movilización colectiva».

ANTONI GALLEGO, METGES DE CATALUNYA - «El ciudadano debe ponerse en pie»
«Los recortes generan una gran angustia entre los médicos. El ciudadano debe ponerse en pie. Debemos solidarizarnos por la salud, la educación, los mayores, la infancia, los 600.000 parados... Se dan las circunstancias para que confluyan las protestas, aunque nos han convencido de que no hay remedio».

ÀNGELS GUITERAS, TERCER SECTOR SOCIAL. «Las cosas están cambiando. Juntos somos más fuertes»
«Existe un caldo de cultivo y las cosas están cambiando. El tercer sector es más fuerte, se están creando sinergias con otros agentes sociales. Vamos sumando la indignación en temas como los desahucios. Las cosas están cambiando, y somos más fuertes si vamos juntos. Si se quiere, sí hay dinero público para política social».

MARINA SUBIRATS. SOCIÓLOGA. «Hay condiciones para la protesta»
«Los recortes existen y mucha gente está ya bajo mínimos; este es el caldo de cultivo para que se produzcan las protestas. Si la gente no se queja, se destruirá el Estado del bienestar. Los movimientos irán a más, pero es imprevisible el futuro porque no existen organizaciones sólidas con líneas de protesta definidas».

JAVIER ELZO. SOCIÓLOGO. «Creo que no estamos tan mal»
«Seré políticamente incorrecto, pero no estamos tan mal. Se ha mantenido bastante bien el Estado del bienestar y la mayoría de la población está contenta con su situación, según las encuestas. No creo que haya indignación mayoritaria, excepto si fallasen cuestiones básicas. Además, a diferencia de los países del norte de África que han protagonizado las revueltas sociales, aquí no hay tantos jóvenes».

XAVIER BONAL, SOCIÓLOGO. «Falta saber qué gota colmará el vaso»
«El descontento crece. La duda es si las movilizaciones tendrán continuidad o serán más corporativas que colectivas, porque la actitud de los sindicatos tras la huelga general ha sido de negociación táctica. Y la Administración trata de atomizar la respuesta. Pese a no verse una reacción inmediata, el vaso de la indignación se está llenando y no se sabe qué gota lo colmará si las restricciones siguen afectando a los colectivos más debilitados».

JOSEP LLUÍS GALLEGO. CCOO. «Estamos articulando alianzas sociales»
«Existe un amplio sentimiento de que no podemos ir hacia atrás en el Estado del bienestar. Nuestra idea es que el 14 de mayo confluyan las protestas que ya se están expresando. Los gobiernos quieren que la gente se resigne y tenga miedo. Lo vamos a combatir con esperanza y articulando alianzas sociales».

JOAN SUBIRATS. POLITÓLOGO. «Existen muchos malestares, pero muy segmentados»
«Hay una mayor individualización de los intereses, los agentes sociales clásicos están debilitados y las estructuras laborales están segmentadas. Ello dificulta las protestas. Pero el problema de los desahucios puede actuar de aglutinador y provocar que se vayan acumulando fuerzas sociales y movilizaciones».

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