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dimarts, 17 d’abril del 2012

"Un país con buenas enfermeras será más feliz".Doris Grinspun. La Contra de La vanguardia


Doris Grinspun, enfermera

Tengo 59 años, y jamás miento. Nací en Chile y vivo en Ontario (Canadá). Soy enfermera de profesión y de alma. Vivo en pareja y tengo dos más dos hijos, y dos nietos. Abogo por una sanidad universal pública: acaba siendo más barata y eficaz. Soy agnóstica de familia judía

Amorosa y sabia
La población envejece, y cada día será más imprescindible la figura de la enfermera amorosa, sabia y competente, en cuyas manos acabaremos todos (con suerte). La señora Grinspun, torbellino de energía, es una enfermera vocacional convertida en Canadá en referente del gremio: ha colocado a las enfermeras en el eje de la sanidad pública (desde su organización: www.rnao.org), y todos los gobernantes canadienses le piden consejo para gestionar la sanidad. Es ya un referente internacional en el sector, ahora invitada por la dirección de enfermería del hospital Universitari Vall d'Hebron para ilustrar a sus enfermeras, que luego han asistido muy atentas al curso de esta entrevista.

Siempre quiso ser enfermera?
A los siete años lo proclamé: "¡Quiero ser enfermera!"

Qué precoz, ¿no?
También quise ser rabino, psicóloga, abogada... Pero quedó lo de enfermera... y no estaba bien visto.

¿No?
Ser médico, sí, pero ser enfermera... era algo menor. Hoy ya es una profesión que ha encontrado su orgullo, su relevancia. En Canadá es así, en España todavía no tanto...

¿No valoramos esta profesión?
No lo suficiente. ¡Ser enfermera es la mejor profesión del mundo!

Qué pasión.
Es un trabajo más importante que el de un político: la enfermera tiene la vida de las personas en la punta de los dedos. La enfermera cambia la vida de la gente.

Lo dice convencida.
Lo estoy: un país con buenas enfermeras será mejor y más feliz.

Pues estamos recortando...
¡Qué gran desgracia para el bienestar de los españoles! La enfermera es central para una buena sanidad pública.

Y en la sanidad privada, ¿no?
Es una falacia que sea beneficioso que la sanidad privada y la pública vayan de la mano.

¿Por qué?
Una sanidad universal de calidad sólo es viable con un sistema plenamente público. El ánimo de lucro acaba minando la buena sanidad y perjudicando a todos. El estatus de las enfermeras es el mejor barómetro.

¿En qué sentido?
La enfermera debe implicarse con los pacientes, conocerlos, seguirlos. Y para eso conviene continuidad, una plaza garantizada. Optar por enfermeras eventuales... acaba resultando más caro e ineficaz.

Más importante son buenos médicos.
El médico no podrá ser bueno sin el concurso de una buena enfermera.

¿Cómo debe ser el reparto de papeles?
Ambos cuidan y curan, pero el médico decide y dirige el tratamiento contra la enfermedad, mientras que la enfermera ve al enfermo en todas sus dimensiones, holísticamente, como persona en su contexto.

¿El médico piensa y la enfermera ama?
La enfermera también piensa: el amor no basta. Si así fuese, ¡la simple mirada de tu madre te sanaría!

Y no.
La mirada amorosa de la enfermera es necesaria... pero debe sumar conocimientos.

¿Qué tres cualidades debe tener una enfermera para ser buena?
Primero, conocimiento siempre actualizado: que nos den oportunidad de formarnos y que nos exijamos estar al día.

Segunda cualidad.
Compasión, humanidad. ¡Las personas a nuestro cuidado se sienten vulnerables!

Y tercera.
Pasión y perseverancia. La enfermera debe insuflar energía en el paciente y su familia.

Tienen fama de ser duras y frías.
Mantener la serenidad en toda situación para tomar decisiones correctas... no es ser insensible. Confieso que, durante años, no pude trabajar con niños... Me afectaba.

¿Cuántos pacientes por enfermera son aconsejables?
Unos siete pacientes por enfermera. En cuidados intensivos, un par.

El gran error de una enfermera es...
No debe hacer algo para lo que no esté preparada, y no debe engañar al paciente. En nada. Si le dice: "Vuelvo en cinco minutos", ¡que sea verdad! El paciente es muy vulnerable, hay que ser muy delicado con él.

¿Por qué la enfermera protagoniza tantas fantasías eróticas masculinas?
Combato ese uso degradante: en Canadá hemos conseguido la retirada de un anuncio publicitario que jugaba con esa imagen.

Con las enfermeras, ni una broma, ¿eh?
Soy así: fui sionista y feminista, y el ardor de la juventud me llevó de Chile a Israel, para construir el país desde un kibutz...

¿Era creyente?
No tengo tiempo de creer, me dedico a actuar. Creo en la energía humana: si quieres creer, cree... ¡pero haz algo mientras vivas!

¿Y qué hizo usted?
Estudié Medicina, y salí a hacer el doctorado a Estados Unidos. Y ya no volví a Israel.

¿Qué quedó de su experiencia israelí?
El fundamentalismo religioso perjudica a Israel.

¿Qué aprendió con el cambio?
Que la vida en Estados Unidos era más confortable, pero la sanidad... era deficiente.

Explíquelo.
Por eso Barack Obama intentó repararlo, con un sistema público universal. Pero ha fracasado: aplicará un sistema mixto que acabará siendo costoso e ineficaz. ¡Lo más sencillo y barato es un sistema público universal!

¿Hacia dónde debería evolucionar la enfermería?
Deberíamos dar más responsabilidad a las enfermeras. La relación con los médicos debe tender hacia un genuino mano a mano. Son ellas las que conocen al detalle la evolución de cada paciente.

¿Por qué suelen ser ellas y no ellos?
También hay enfermeros, pero aún minoría. La mujer ha tenido una mayor tradición como cuidadora que el hombre.

¿Hay algún paciente suyo al que no haya podido olvidar?
A tantos a los que he dado energía, o bien para sanar... o bien para morir en paz.



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