Palabras, imágenes, canciones, emociones que nos acompañan en nuestro camino.


dilluns, 2 de juliol del 2012

¿SOY RELAMENTE FELIZ? (1). Miguel Benavent de B. Contigo mismo.

El otro día una amiga afirmaba que yo era siempre un hombre feliz! Eso, hace unos años hubiera pensado que era sinónimo de ser un ignorante o un ingénuo. Y es que muchas veces confundimos la felicidad con esa ignorancia. Como decía una amiga, “qué felices éramos cuando éramos ignorantes“. Y es que, para muchos la felicidad es pasar por alto la realidad y sumirse en un mundo de fantasía y, por tanto irreal, como lo es el mundo de los niños o de los simples sueños! Ni que decir tiene que la felicidad de los niños no tiene mérito, vienen con ella “de serie” y es, a través del tiempo y la educación, lo que les hace perderla por el camino para adaptarse al mundo de los adultos. Es entonces cuando su felicidad infantil se convierte paulatinamente en desconfianza y recelo, a medida que conocen nuestro codiciado mundo de los mayores. Y, ni qué decir tiene, que el mundo de los sueños que no se han realidad, en el corazón producen solo tristeza, melancolía y desasosiego!
Pero no, mi felicidad se basa en la realidad, como no puede ser de otra manera. Y es en la realidad de la vida donde se desarrolla, junto al amor de verdad. Si uno no acepta la realidad de su vida, obviamente no podrá ser feliz en ella! Es más, precisamente la ocultación o negación de la realidad de la vida es lo que nos aporta el mayor sufrimiento o infelicidad!
Así, el primer paso para alcanzar la felicidad es aceptar la vida como viene y quizás no como la habíamos planeado.
El segundo, es aceptar que la felicidad no es un lugar al final del camino, sino el mismo camino. Por lo tanto, mientras haya camino con sentido, habrá momentos de felicidad en nuestra vida.
Y el tercero y, último, es aceptar que en ese camino habrá momentos de felicidad, pero también de infelicidad… y que lo único que puede uno hacer es dilatar los momentos felices y acortar -en lo posible- los momentos infelices!
Ahora reflexiono sobre si soy -o no feliz-, como dice mi amiga. Seguramente estoy en el camino apropiado de aceptar la vida tal como viene, como hemos comentado antes, la premisa indispensable para aprender a ser felices. Eso, aunque no lo parezca es un gran logro y, entre lamentaciones y lamentaciones, he tardado casi 40 años en llegar hasta aquí, en aceptar la realidad como algo que puede ayudarme o bien entorpecer mi ansiada felicidad. También he aprendido que lo que nos pasa en la vida no nos hace felices o infelices necesariamente, sino que siempre tenemos la oportunidad de sentirlo como aprendemos o queremos sentirlo, aunque a veces cuesta aceptar esa responsabilidad y tener el valor de ejercerla. Es más fácil y cómodo buscar presuntos culpables de lo que nos pasa y sentimos, delegando nuestra decisión de ser o no felices en los demás o en las circunstancias de la vida o negándonos a aceptar el miedo humano que no da experimentar la felicidad que siempre habíamos soñado para nuestra vida!
Para ser feliz, uno ha de ser valiente y optar -cueste lo que cueste- por la felicidad. Y precisamente es en los momentos en que nos sentimos infelices y desdichados cuando más se demuestra nuestra voluntad de ser felices y nuestra firmeza, cuando despertamos. “Seré feliz cuando sea feliz“, parecen afirmar los que no tienen el valor de optar por la felicidad cuando la encuentran o bien desconocen que la felicidad no es un fín en sí mismo ni un lugar al que se llega. La felicidad y sus momentos se hacen día a día… y uno es feliz cuando es capaz de ser él mismo sin miedo, a pesar de las dificultades y lo árduo que sea el camino en ciertos momentos. Y cuando uno logra ser feliz así -a pesar de los pesares- el siguiente paso consiste en expandir la felicidad, compartiéndola con otros. La felicidad no puede ser ni crecer si uno se la guarda para sí mismo, en la soledad. Seguramente es porque tiene miedo a perderla o a que alguien -o la propia vida- se apodere de ella… y ya se sabe, donde hay miedo no hay amor y, donde no hay amor, no puede haber felicidad. Es simple, aunque no tanto entenderlo con la razón y, mucho menos, practicarlo en la vida ordinaria y con los demás, en cada decisión que tomamos en nuestra vida.
Continuará.....
Miguel Benavent de B.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada