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diumenge, 26 d’agost del 2012

"Ante la impotencia y la melancolía, ¡ascesis y alegría!". La Contra de La Vanguardia. 03/08/12


Camille de Toledo, escritor

Tengo 35 años. Nací en Lyon y vivo entre París y Berlín. Soy escritor. Soy de familia judía, casado con una tunecina y tenemos tres hijos, Leo (8), Ángel (5) y Vadim (2). ¿Política? Esperanza y afán de reír. ¿Religión? Mística de los libros. Vivimos en el biocapitalismo del deseo
Catástrofes
Es una voz nueva y brillante de las letras galas. Sus escritos apuntan a una rebelión casi secreta de "insurgentes y abstinentes" contra las astucias de un "occidente extenuado", "voces posteriores a la farsa comunista y macabra y a la arrogancia liberal y libidinosa". Reivindica un ascetismo desde el que confrontar un agotador sistema basado en el deseo, que un ejército de "mujeres dignas y jóvenes de la metamorfosis" combatirá "con ayunos y conspiraciones". Actitud ascética con algo de evangélico, aunque sea sólo por su fe en la palabra escrita: ha fundado la Sociedad Europea de Autores (seua.org) y publica novelas visionarias como En época de monstruos y catástrofes (Alpha Decay).

Camille de Toledo: este nombre suena a seudónimo.
Sí, lo elegí en homenaje a mi abuela sefardí, que hablaba todavía judeoespañol.

¿Cómo le bautizaron?
Alexi. ¡Cosas de mi madre, gran lectora, por el menor de los hermanos Karamazov!

Un comienzo altamente literario...
Mi madre me leía mucho: por eso sé que sólo la literatura puede crear otro mundo, el mejor lugar desde el que mirar hacia aquí.

¿Qué le han dado los libros?
Una fuerza ascética.

¿Perdón?
No soy monje: tengo tres hijos y estoy implicado en la vida. Pero es precisa la ascesis.

¿Qué entiende por ascesis?
Mantener cierta distancia ante la bulimia general, una actitud de rechazo.

¿A qué bulimia general se refiere?
Ansiedad de crecimiento. Neurosis de enriquecimiento. Avidez de consumos sin fin...

¿Y los libros son su manual del asceta?
Mi bisabuelo Camille, banquero, se convirtió en escritor. Mi abuela sefardí desciende del Toledo de los traductores de libros...

¿Y usted?
Sostengo que la lengua común europea es la traducción, y por eso fundé la Sociedad Europea de Autores y promuevo la traducción a todas las lenguas europeas de las obras capitales de la literatura.

¿Qué tres obras haría traducir ya?
Kaputt (Curzio Malaparte), Pedro Páramo (Juan Rulfo), On legint (Julien Gracq).

¿Contra la avidez y la bulimia?
Vivimos en un biocapitalismo del deseo. El deseo mueve el sistema. Y el ascetismo ayuda a dilatar el ansia de satisfacer ese deseo.

Su último consumo caprichoso.
Unas tapas, aquí, en Barcelona.

¿Qué otro rasgo define nuestra época?
La impotencia. Y, en consecuencia, la risa.

¿Por qué y desde cuándo?
Desde la niña colombiana con las piernas atrapadas en un pozo fangoso: no pudo ser rescatada y murió en nuestros televisores.

Lo recuerdo: la pequeña Omaira.
Ante la impotencia, ríes: hemos aprendido a vivir en el vértigo de lo ficticio, del simulacro, facultad adaptativa vinculada a la literatura, a la multiplicidad de realidades.

¿Quién nos guiará?
Walter Benjamin profetizó la reproductibilidad técnica del arte..., y hoy ya todo se reproduce, ¡ciudades enteras incluidas!

Cierto: mire Eurovegas.
Excelente ejemplo de esta duplicación del mundo, como también Eurodisney, como también los parques temáticos de la guerra civil española, de la europea, o la yugoslava...

¿Parques temáticos?
Campos de concentración y holocausto, para que el europeo se pasee por su historia.

¿Qué le interesa de Eurovegas?
Imbrica la historia europea y la ficción americana. Como el puente de Mostar.

¿El que fue destruido en Yugoslavia?
Acordaron reconstruirlo añadiéndole una escultura como símbolo de reconciliación: ¡ha sido una escultura de Bruce Lee! Lo veo como un ocaso civilizatorio, aculturación.

¿Se deprime?
Tristeza y pena es una de las dos actitudes posibles. Elijo la otra: alegría y risa. Ante impotencia y melancolía, ¡ascesis y alegría!

¿Procura transmitirla a sus hijos?
De niño oí hablar del fin de la historia, de abdicación y resignación. Yo hablo de alegría y de posibilidad de una metamorfosis, de quebrar esa melancolía europea.

¿Estamos melancólicos?
Sí. El siglo XX empezó con esta pregunta: "¿Qué hacer?". Y el siglo XXI con esta otra: "¿Qué hemos hecho?". ¡Deberíamos inventar el siglo XXI, abrir otro vértigo histórico!

¿Qué más recuerda de su niñez?
Con nueve años voy en bici con mi hermano de siete años, y al pasar ante otros dos chavales, les oigo: "Mira, los judíos en bici". Nunca antes había oído lo de "judío".

¿Alguna otra escena?
Tengo 14 años, asisto por televisión a la celebración de la caída del muro de Berlín, y me impresiona ver a mi madre -periodista- junto a Rostropóvich, amigo de la familia.

¿Por qué me cuenta esto?
La gente en Berlín no reconocía a Rostropóvich: ¡le daban monedas como mendigo!

¿Perdemos a los maestros?
Los hay, pero ya no podemos entenderlos.

Fumaroli me hablo de una red secreta de europeos cultos...
Discreta: muchos deciden no mostrarse. Y son ellos los que preservan el sentido.

Estamos en plan Fahrenheit 451...
Sueño con una insurrección espiritual, un florecer.

Yo noto atracción por el apocalipsis.
Eso tiene que ver con el gusto del cine americano por los efectos especiales, por destruir los decorados.

¿A qué teme más?
Al miedo mismo. Vencido el miedo a la muerte, todos los miedos se diluyen.

¿Lo ha vencido usted?
Mi hermano menor se suicidó. Mi madre murió poco después. Mi padre también ha muerto. Miro a la muerte a la cara, no juego a ocultarla. Si ocultas el cadáver..., te sale en películas de zombis. Devolvámosle dimensión espiritual. ¡Que los libros nos ayuden!

¿Pondría alguna bomba en algún sitio?
¡No! ¡Qué atraso, qué antiguo! Crearía un evento. ¡Y un libro puede serlo! Si escribo "va a empezar a llover", hay esperanza de que empiece a llover. ¡Creo en las palabras!


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