Palabras, imágenes, canciones, emociones que nos acompañan en nuestro camino.


dimecres, 19 de desembre del 2012

ILUSIONARSE SIN SER ILUSO. Anna Forés. El País.

La capacidad de asombrarse por lo imposible es uno de los elementos clave de la inteligencia espiritual. Sin esta capacidad nos perdemos lo más importante de nuestra experiencia.
Los gestos pequeños son detalles que dan valor a la vida. Pequeñas dosis de felicidad hacia los demás que revierten en la nuestra.
Todos recordamos la ilusión cuando éramos niños y es­perábamos la llegada de los Reyes Magos. Esa capacidad por imaginar que podía ser, aunque pa­reciera imposible. Tampoco olvidamos el momento en que descubrimos o nos cuentan su verdadera naturaleza. La desilusión, la decepción, las ganas de algunos de seguir aferrados a la magia de lo imposible, sin querer aceptar la revelación del secreto.
Las experiencias de ilusión forman parte de nuestra vida. Ilusionarse tiene que ver con verbos como soñar, animar, alentar, desear. Con la capacidad de asombrarse. Cuando somos niños es más simple, porque nos asombramos de lo desconocido, de lo que despierta nuestra curiosidad, de lo que hay por descubrir. Con los años perdemos esta capacidad de comprender y reconocer el mundo y todo lo que nos envuelve. Pero asombrarse también es una de las facultades clave de la inteligencia espi­ritual. Las personas que cultivan esta inteligencia siguen maravillándose por las cosas y las personas.

ILUSIONARSE SIN SER ILUSO
"El asombro es la experiencia emocional que activa todas las formas de inteligencia y mueve a la persona a la comprensión y a la creación" (Francesc Torralba)
Tal como afirma Torralba: "Las perso­nas espiritualmente inquietas e indaga­doras se asombran por todo: de cómo son las cosas, de la misma existencia de la realidad, de uno mismo en el mun­do". Sin esta capacidad nos perdemos lo más importante de nuestra experiencia. Esa facultad de reconocer, de indagar, de descubrir v de agradecer. Sin caer emn la ingenuidad, bi ser ilusos, simplemente descubrir i saber apreciar. Cuando nos asombramos, saboreamos la vida. Ilusiones como proyección de futuro.

LA SAL DE LA VIDA
"La vida es un misterio a vivir, no un problema a resolver". (Oriol Pujol Borotau)
La reconocida antropóloga francesa Françoise Héritier recibe una postal de un amigo que le comenta que le ha "ro­bado" una semana a la vida y que está de vacaciones. Esa misiva es la desenca­denante del libro La sal de la vida, des­pués de la indignación y el compromiso por la felicidad.
Héritier, a sus 80 años, después de una larga carrera profesional nos brinda un texto tan sencillo como pe­netrante ¿Cómo convertir los momen­tos de nuestra vida en pequeñas joyas para proporcionarnos fuerza y nuevas ilusiones? Recuerda y enumera todo lo que le ha dado sentido, sal e ilusión a la suya: sabores, olores, un simple paseo, subir a una montaña, ver un amanecer, escuchar ciertas canciones, hacer ma­yonesa, compartir con los amigos sue­ños, la familia...
Es un ejercicio de reconocimiento y de balance al proceso vital que ejerce una fuerza impulsora de volver a ilu­sionarse, entendiendo esta existencia justamente como un misterio a vivir, no como un problema a resolver. Esta acti­tud, tal y como nos recordaba el maestro Oriol Pujol Borotau: "Supone aprender a vivir cada momento y tener paz y tran­quilidad para afrontarlo que venga". En momentos llenos de incertidumbre, de complejidad, de inestabilidad, solo se puede tener calma e ilusión sintiendo cada momento, dándonos cuenta de lo que pasa dentro de nosotros, valorando esas pequeñas cosas que dan sentido a nuestra existencia. Saber gestionar esos intangibles como son la ilusión, los sue­ños y los proyectos de futuro, recono­ciendo el pasado.
Vivir no debe limitarse a buscar in­saciablemente las causas de lo que nos ocurre en nuestro proceso vital. Lo que nos sucede no tiene que ver con una ca­rrera de obstáculos, ni son problemas a descifrar. Ante la carencia de respues­tas razonables a lo que buscamos nos angustiamos, perdemos la ilusión de vivir y nuestros sueños. O como dice la canción del musical de Los Miserables I dreamed a dream, con el paso de los años, las expectativas de juventud no se corresponden con la realidad y hay que volver a proyectar el futuro sabiendo apreciar los gestos mínimos.

DOSIS DE FELICIDAD
"Lo pequeño puede ser imperceptible. Sin embargo, buena parte de la humanidad si no toda, ha ido moviéndose a su compás" (Carlos Skliar)
Los gestos pequeños son aquellos de­talles que dan valor a la vida. La sal de la que nos hablaba Héritier. La gestua­lidad mínima puede ser, desde un bue­nos días con una sonrisa, un silencio en un momento dado, una flor en una mesa, un simple ¿cómo estás?, una lla­mada a alguien que hace tiempo que no sabes de él, un email diciendo te deseo un buen día, dedicar tiempo a los hijos, a los mayores, escuchar atentamente a un amigo, acompañar a alguien.
Son pequeñas dosis de felicidad hacia los demás que revierten en nues­tra propia felicidad. Todos hemos re­cibido gestos de amabilidad y todos hemos ofrecido alguno. Estos detalles encierran el secreto de lo pequeño, la ilusión de lo posible, la fascinación yel asombro por lo diminuto. O como mantiene Laurence Cornú: "Gestos que nos llegan sin apenas percibirlos, expresiones del cuerpo y del rostro que expresan una hospitalidad concreta y sensible". Y siguiendo el efecto mari­posa, esos mínimos guiños pueden pro­ducir grandes cambios y sorprendentes respuestas en los demás y en nosotros mismos. En unos momentos en los que todo parece más oscuro, más gris, más desesperanzado, donde el futuro apa­rece más incierto, cualquier pequeña señal de vida toma más fuerza. Por eso, más que nunca, lo pequeño, lo mínimo, tiene sentido.

LA PARADOJA DE STOCKDALE
"Uno puede prevalecer... y al mismo tiempo hacer frente a los hechos más adversos de la realidad actual, cualesquiera que sean" (Jim Collins)
Jim Collins, en su libro Las empresas que sobresalen, explica la paradoja de Stock­dale de manera muy ilustrativa. Collins entrevistaba al almirante Stockdale por haber sobrevivido a más de ocho años de prisión en la guerra de Vietnam. Le preguntaba admirado cómo había conseguido sobrevivir a las torturas y al comportamiento infrahumano. El almirante responde rotundamente que siempre supo que lo conseguiría.
A continuación, Collins le preguntó quiénes fueron los que no lo lograron, y ahí llegó la respuesta sorprendente: para Stockdale, los optimistas fueron los que no sobrevivieron. El almirante explica que los optimistas eran aque­llos que mantenían una fecha de libe­ración: "Nos liberarán en Navidad, en Pascua...", cuando esa fecha llegaba y no eran liberados, su frustración crecía y su confianza se anulaba. Para Stock­dale la confianza debe ser realista, con­textualizada. Todo lo que planeemos, o las estrategias vitales que diseñemos han de estar sostenidas por el realismo de la esperanza. Tocar el suelo con los pies, pero proyectando futuro.

SUMANDO VOCES
- Lugares y compañías; de Laurence Cornu. Jorge Larrosa Editores (2007).
- La sal de la vida; de Frangoise Héritier. Editorial Aguilar (2012).
- Empresas que sobresalen; de Jim Collins. Editorial Deusto (2011).
- Nada por obligación, todo con ilusión; de Oriol Pujol Borotau. Amat Editorial (2004).
- Lo dicho, lo escrito, lo ignorado; de Carlos Sklia. Editorial Miño y Dávila. (2011). Ensayos mínimos, entre educación, filosofía y literatura.
- Inteligencia espiritual en los niños; de Francesc Torralba. Plataforma Editorial (2012).




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