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dissabte, 4 de maig del 2013

"Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí. Qué cómodo se encuentra uno entre asesinos". Frases para cambiar vidas.

Autor: Emil Michel Cioran
Si te preguntara acerca de tus experiencias con el tiempo, de entrada me responderías lo que es de esperar: el tiempo transcurre lento si nos aburrimos, rápido si nos divertimos. No, no es que te esté tildando de obvio, es que nuestra relación con el tiempo no es muy fluida y tendemos a reducirla a tal simpleza. Pero hay mucho que explorar sobre el tema más allá...
En 1963, Michel Siffre, aventurero y científico francés, se fue a vivir en una cueva completamente aislada de relojes y de luz natural y pronto comenzó a experimentar enormes cambios en su percepción del tiempo. Cuando intentó medir dos minutos contando hasta 120, le llevó 5 minutos hacerlo. Al salir de la gruta estimó que su experiencia había durado un total de 25 días, cuando, en realidad, habían sido 59. La experiencia psicológica de Siffre fue que el tiempo se aceleraba. Y es que cuando se deja que funcione por sí solo, el cerebro tiende a comprimir el tiempo.
En todo caso, no es necesario esconderse en una cueva para que nuestra percepción del tiempo se altere. En un estudio publicado en la revista "Psychological Science", se puso a prueba la memoria de estudiantes universitarios estadounidenses, preguntándoles por diversos acontecimientos de interés público que habían sucedido en los meses previos, como la designación del director de la Reserva Federal (33 meses antes del estudio) o la decisión de la cantante Britney Spears de afeitarse la cabeza (20 meses atrás). En general, los estudiantes subestimaron en 3 meses cuánto tiempo había pasado desde aquellos acontecimientos.
En las situaciones en las que nuestra vida se siente amenazada, por ejemplo, parece que todo transcurre más lentamente. Lo que en realidad ocurre es que estamos procesando más información en menos segundos, urgidos por el peligro. Y a veces, nos sorprendemos a nosotros mismos preguntándonos: ¿Qué hice exactamente todo el año pasado?" o ¿Ya pasó una década?" y pensamos que en algún lugar, alguien debe de haber presionado el botón de avance rápido.
Los científicos no están seguros de cómo el cerebro controla el tiempo. Una teoría es que posee un conjunto de células especializadas en contar los intervalos de tiempo; otra es que una gran cantidad de procesos neuronales actúan como reloj interno. El tiempo parece pasar más lento durante una tarde sin actividad y acelerarse cuando el cerebro está ante una tarea desafiante. Para el filósofo alemán Martin Heidegger: el tiempo "persiste sólo como una consecuencia de los acontecimientos que ocurren en él".
En 1920 Hudson Hoagland, psicólogo americano, observó que la percepción del tiempo estaba relacionada con la temperatura corporal. Hoagland se interesó por la percepción del tiempo de una forma curiosa. Su esposa estaba enferma con fiebre y él salió un momento de la habitación, y cuando volvió, al cabo de poco tiempo, su esposa le dijo: "¿Dónde has estado? ¡Has tardado muchísimo!". Hoagland pensó entonces en que debía de haber un reloj interno que funcionara con los procesos químicos del cuerpo, y que como todos los procesos químicos, se aceleraba con el calor. Durante la semana siguiente, en la que poco a poco la señora Hoagland se fue recuperando de la gripe, el científico hizo que su mujer contara hasta sesenta, segundo a segundo, y encontró que cuanto más fiebre tenía, más rápido contaba, hecho que concuerda con un reloj interno acelerado.
John Wearden, experto en percepción del tiempo señala: "Todo depende de la perspectiva. Hemos constatado que la experiencia del momento y el recuerdo de ese momento son mecanismos diferentes de nuestro cerebro. Cuando te lo estás pasando bien, tienes la sensación de que el tiempo vuela, pero esa es una conclusión a posteriori, porque no has sido consciente del paso del tiempo. En cambio cuando te aburres no paras de mirar el reloj y el tiempo se estira. Pasa lento, porque eres consciente de él".
Que los seres humanos perciban el paso del tiempo en forma diferente depende de varios factores: 
  • El tiempo cronológico no es el mismo que el tiempo psicológico, porque no se vive de la misma manera una hora en el dentista, que el mismo tiempo pasado con alguien que amamos.
  • La percepción del tiempo resulta difícil para los niños de corta edad. Les cuesta aprender cuando fue ayer o cuando será mañana o aprender la hora y el calendario.
  • Durante el día, nuestro cuerpo tiene ritmos biológicos, como el de la vigilia y el sueño, que dependen de nuestro reloj interno, no obstante, la percepción del tiempo varía según las circunstancias y las emociones.
  • Sin embargo, tenemos la capacidad de calcular la duración del tiempo cuando estamos realizando alguna actividad acostumbrada con bastante precisión, en la mayoría de los casos; y con mucha precisión si, por ejemplo, practicamos algún deporte competitivo.
  • Un segundo es el lapso de tiempo más corto del que se puede tener conciencia, pero si es menos de un segundo no se percibe su duración; y para procesar las largas duraciones necesitamos además memoria y atención.
  • A los animales se los puede entrenar para que calculen las duraciones de tiempo, aunque no se relacionen con sus ritmos biológicos. Los animales realizan otras acciones si saben que tienen que esperar, se dan una vuelta por ahí, husmean, se echan a dormitar, etc.; igual que nosotros, aprovechan el tiempo perdido para hacer otra cosa.
  • Los seres humanos poseen una buena capacidad para discriminar duraciones de tiempo, pero los resultados no son siempre los mismos, pueden variar y ser menos precisos a veces. Por eso necesitamos un reloj, porque no podemos confiar en nuestras evaluaciones subjetivas.
  • Hasta donde se sabe, el sentido del tiempo no tiene un órgano específico para procesarlo; sólo es un cálculo estimativo que hace la gente que desea saber lo que dura algo.
  • Nuestras fluctuaciones de humor, por causa de emociones como la ira o el miedo también producen fluctuaciones en la estimación del tiempo. A una persona que teme viajar en avión, el viaje le parecerá más largo que a otra que no siente ese miedo.
  • El estrés produce una aceleración del reloj interno y esto hace que el mundo exterior parezca marchar más lento, en cambio cuando estamos más activos nos parece que el tiempo pasa más rápido.
  • La percepción del tiempo también cambia por efecto de las drogas; los estimulantes como la cocaína, el éxtasis e incluso la cafeína, que aceleran el sistema nervioso, producen la sensación de que el tiempo afuera pasa más lento.
  • En cambio el consumo de sustancias que deprimen la actividad cerebral, enlentecen el reloj interno y la persona juzga que la duración del tiempo es más corta.

Fuente: “Mente y cerebro”; No.51/2012; Sylvie Droit-Volet.


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