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dijous, 14 de novembre del 2013

¿Qué hay detrás de la ciencia del compartir… (en las redes)?. Pilar Jericó.

¿Sabías que el momento de mayor actividad en las redes es el miércoles a las 9:30 de la mañana, que compartimos más contenido positivo que negativo y que las emociones que más actividad generan en la red son aquellas que más activación física producen en nuestros organismos? ¿Sabías que compartimos contenido en línea para relacionarnos?
Todos estos hallazgos vienen a conformar lo que se ha venido a llamar The Science of Sharing, la ciencia que estudia nuestros comportamientos en las redes: aquello que compartimos o que nos lleva a participar activamente en el mundo online. ¿Qué podemos aprender de esta nueva ciencia?

Compartimos más las historias positivas que negativas.
El doctor Jonah Berger, profesor de la Wharton School y autor del libro Contagious: Why Things Catch On, ha examinado miles de piezas de contenido en línea midiendo si fueron más o menos compartidas y qué tipo de emociones evocaban. Su primer hallazgo fue que por lo general, se comparten más elementos positivos que negativos. De ahí que nos sintamos movidos a echar un vistazo a aquello que se publica… ¡Porque tiene contenido positivo!

Compartimos más la información que nos activa.
El profesor Berger continuó investigando el mecanismo emocional que subyace a las publicaciones en la red y descubrió que había contenido negativo que también era altamente compartido, se trataba del contenido que más activación generaba. Berger detectó que además de la valencia de la emoción (positiva o negativa), aquella información que generaba mayor activación tenía más probabilidades de ser compartida. Tomando como ejemplo las emociones negativas, aquellas que inspiran furia o ansiedad (emociones activadoras) tienen más posibilidades de ser compartidas que aquellas que, como la tristeza, tienden a desactivarnos. Esto explicaría por qué compartimos en la red más noticias relacionadas con desastres climáticos o disputas políticas (que tienen a generar furia o ansiedad), que con pérdidas de personas queridas.
Para comprobar esta idea, el doctor Berger llevó a cabo un estudio en el que dividió a los participantes en dos grupos. Los integrantes del primer grupo se mantuvieron sentados durante un minuto, mientras que los integrantes del segundo grupo corrieron durante sesenta segundos antes ponerles frente al contenido. Los resultados mostraron que el simple hecho de correr previamente a la presentación de un contenido, aumentaba las probabilidades de compartirlo. ¿El motivo? El arousal o nivel de activación. Cuando realizamos ejercicio, nos montamos en un avión con turbulencias o vemos una película de miedo, las emociones que sentimos nos activan, aumenta la presión sanguínea y el ritmo cardíaco y tanto nuestra mente como nuestros sentidos se mantienen alerta. Esta activación física nos animaría a compartir más contenido en la red… Tiene sentido ¿no es así?

Compartimos más por la mañana temprano, coincidiendo con un aumento de los mensajes positivos.
Un estudio realizado en la Cornell University y que estudió 509 millones de tweets realizados por la mañana, demostró que había un número significativamente mayor de tweets positivos, lo que sugiere la existencia de una correlación entre el hecho de compartir y la felicidad. Habrá que seguir investigando por esta línea…

Al final… compartir es una manera de relacionarse.
Un estudio realizado recientemente por New York Times y Customer Insight Group en el que participaron 2.500 personas cuya actividad en la red era media o alta concluye que compartimos para:
  • Acercar contenido de valor y entretenimiento a los demás.
  • Definirnos ante otras personas.
  • Aumentar y fortalecer nuestras relaciones.
  • Autodesarrollarnos.
  • Posicionarnos sobre determinadas causas.

Este estudio sostiene que el hecho de compartir no es nuevo, que siempre lo hemos hecho, lo que ha cambiado ha sido el patrón: ahora compartimos más contenidos, que proceden de más fuentes, a más personas, más a menudo y más rápido.
La otra cara de la moneda es la saturación que produce tanta información difundiéndose a través de tantas redes. No damos abasto con Facebook, Twitter, Google+, YouTube, Linkedin, Xing… Cierta sensación de impotencia y cansancio nos puede inundar antes de encender el ordenador o el Smartphone,  si es que somos capaces de apagarlo por las noches. Poner sentido común a nuestra actividad en las redes hoy es crucial.
Fórmula:
Compartir es la naturaleza del ser humano, tanto contenidos en redes como una buena comida con personas queridas, pero hagámoslo con sentido.

Recetas:
  • Divulga solo esos contenidos que te parecen vitales para tu red de contactos personales.
  • Antes de enviar algo reflexiona qué emociones les va a provocar y si es lo que quieres.
  • Pregúntales si el contenido que les envías les gusta recibirlos; asume sus sentires.



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