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divendres, 7 de febrer del 2014

15 hábitos de gente que logró ser feliz. Huffington Post.

Un 60% de nuestra felicidad está determinada por la genética y el ambiente, pero el otro 40% está en nuestra mano. Esa es la conclusión de Martin Seligman, el psicólogo citado por The Huffington Postque enumera hábitos propios de quienes intentan ser felicies. Y lo consiguen.  

Priorizan el contacto humano: está muy bien mandar mensajes o tweets a tus amigos, pero gastar dinero en un vuelo para ver a tu persona favorita puede ser más beneficioso emocionalmente. "Las interacciones personales dan sentido de pertenencia, dice John Cacioppo, director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago. Las redes sociales no permiten tocar, que es algo que disminuye los niveles de ansiedad.
Se rodean de gente positiva: la alegría es contagiosa. Investigadores del instituto Framingham Heart en EE.UU. estudiaron la propagación de la felicidad durante 20 años y concluyeron que quienes conviven con gente feliz son más propensos a ser felices en el futuro.
Gastan dinero en otras personas: aunque el dinero no compra la felicidad, un estudio e la revista Science afirma que gastarlo en otras personas tiene más impacto en la felicidad que gastarlo en uno mismo.
Aprenden a perdonar:  arrastrar sentimientos de odio es horrible para tu salud.  Cuando odias, constantemente alimentas un sentimiento tóxico que absorverá tu energía. Déjalo marchar, será un alivio.
Disfrutan de un "mixtape": la música es poderosa. Puede disminuir el estrés tanto como horas de masaje. Esta fue la conclusión del estudio del Health Research Institute.  Elegir la música adecuada es un factor importante, también, pues una canción feliz o triste nos afectan profundamente. 
Desfilan: no se trata de subirse a la pasarela, pero las personas felices tienen una postura especial, una manera de andar con más gracia que alguien cabizbajo y decaído. Y al contrario. La psicóloga Sara Snodgrass, pidió a los participantes de un estudio caminar durante tres minutos. La mitad de ellos se sintieron mejor al andar con zancadas largas y bien erguidos.
Hacen por escuchar: "Escuchar te abre a adquirir conocimiento, de lo contrario bloqueas el mundo con tus propios pensamientos, dice  David Mezzapelle, autor de Optimismo contagioso. "Así también demuestras confianza y respeto por los otros". Además, ser un buen oyente fortalece  las relaciones  y las experiencias, haciendo que estas valgan la pena.
Cultivan la resistencia y la asimilación: cómo respondes a las catástrofes modela tu carácter. Estos momentos son inevitables. Cuando llegan es bueno tener estrategias de asimilación saludables en cierto modo ensayadas, pues encontrar una solución creativa en el momento no es fácil.
Disfrutan los momentos: la felicidad plena no se consigue sin bajar el ritmo y disfrutar el momento. En una vida sobreestimulada, podemos olvidarnos de apreciar la magia de cada experiencia, por simple que sea.
Ríen fuerte: siempre se dice que la risa es la mejor medicina. Una carcajada libera sustancias en el cerebro, que nos hacen tolerar mejor el dolor y el estrés. La respuesta del cuerpo a carcajadas repetidas es similar a la respuesta al ejercicio, dice el Dr. Lee Berk, autor de un estudio sobre la risa y sus efectos en el cuerpo, de 2010. Efectos del ejercicio como el fortalecimiento del sistema inmunológico, el control del apetito y la mejora de los niveles del colesterol se pueden conseguir también con la risa.
Dan prioridad al ejercicio: el ejercicio te da endorfinas. Las endorfinas te hacen feliz. Hacer ejercicio suaviza los síntomas de depresión, ansiedad y estrés, amplificando sensaciones de felicidad y relajación. Además, hace que te sientas mejor con tu cuerpo, incluso aunque no pierdas peso.
Son espirituales: con la espiritualidad o la religión, reconocemos que la vida es mayor que nosotros, poniéndonos en perspectiva. Además logramos sentir una conexión con el universo y de pertenencia. Muchas de las personas más exitosas y comprometidas con su labor dicen que hacen simplemente lo que han “sido llamados" a hacer.
Descansan y se cuidan: no dormir bien trae numerosos desequilibrios, agravando el mal humor o la depresión. Lo mismo ocurre con una mala dieta o cualquier tipo de hábito autodestructivo. Mimarse reconforta y nos hace sentir mejor con nosotros mismos y con el espejo.
Practican la gentileza y la entrega: estos actos liberan serotonina en nuestro cerebro, hormona que tiene tremendos beneficios sobre nuestro bienestar (y que es artificialmente estimulada por drogas y antidepresivos). Ayudando a otros no solo tú te sientes mejor, sino también aquellos que te rodean. De esta manera, mejoras tus relaciones y con certeza parte de esa energía positiva te será devuelta.

Se esfuerzan por ser felices: al final, es simple. Es una cuestión de no abandonarse y de intentarlo activamente, que funciona. Eso concluye un estudio del Journal of Positive Psychology. Aquellos que lo intentan consiguen que ese pensamiento positivo ponga en marcha la máquina del bienestar.

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