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dilluns, 24 de febrer del 2014

"Quien no te hace reír, seguramente no te hará gemir". Rubén Turienzo.

El autor Rubén Turienzo descubre los secretos que esconden las parejas felices en 'Smile 2', un manual práctico para encontrar el equilibrio emocional en el amor.
El coach cree que no tenemos que buscar a nuestra media naranja sino a una naranja completa.
El mundo de la pareja es más complicado de lo que, a priori, parece. La base del clásico chico conoce a chica, se gustan, se enamoran y comparten su vida juntos es, por desgracia, menos habitual de lo que la humanidad hubiera querido. Si las cosas fluyeran de manera natural, probablemente en las librerías no se amontonarían los manuales sobre cómo lograr o gestionar el amor en nuestra vida. Rubén Turienzo se aproxima al universo de Eros con la segunda parte de Smile, con muchos ejercicios prácticos, y dedicada a incentivar la actitud positiva en lo que él define como parejas radiantes. Según el autor, estas parejas deben basar su compromiso en pilares como el beneficio, la sintonía, el destino y la química. Turienzo quiere dejar claro que en todas las relaciones y parejas existen problemas, aunque lo que sí que se puede aprender es a identificar dónde está el conflicto para trabajar y solucionarlo. El autor, que tiene dos másters en psicología y coaching, define el rencor como una arma de destrucción masiva emocional, asegura que los celos no tienen nunca cabida en el amor y apuesta por una relación en la que, como asegura el terapeuta americano John Gottman, ninguno de los dos miembros se acueste sin problemas pendientes.

-Hay muchos manuales que, como el suyo, nos ayudan a tener unas relaciones más sanas. ¿Tan difícil es esto del amor que necesitamos que nos expliquen como querer a nuestras parejas?
-Es cierto que hay muchos, y que es un tema inagotable; si ya es difícil entender lo que sucede dentro de la cabeza de una persona, imagínate con dos cerebros. Al final, una relación es un pacto concreto entre dos personas, y aquí es donde fallan la mayoría de manuales.

-¿Qué quiere decir?
-Que suelen ofrecer unas pautas generales que son como acuerdos legales. Las relaciones no están ni bien, ni mal; cada persona establece la suya propia. Hacen falta manuales al igual que necesitamos cualquier tipo de elemento que nos ayude a reflexionar sobre nuestra relación, como ya hacemos con otros aspectos de nuestra vida como el trabajo o nuestra actitud.

-¿Eso es porque no hemos sabido hacer los deberes a tiempo y concebimos la relación como algo tan sencillo como enamorar a alguien y estar con él o con ella?
-¡Es que debería ser así de sencillo! (Ríe). El problema que tenemos es que nos hemos centrado en dos elementos: por un lado está la parte natural, en la que tú conoces a alguien, te gusta y experimentas una serie de cambios a nivel químico que te hacen desear a esa persona. Esa es la parte sencilla de la naturaleza, tú me gustas, yo te gusto, y cuando acaba esta parte química seguimos cada uno haciendo nuestra vida.

-¿Con qué parte chocamos entonces?
-Con la parte que tiene que ver con la educación que hemos recibido. Estamos todos un poco inoculados con el virus del “para siempre”. ¡Aquí es dónde empiezan los problemas! Cuando hay alguien que nos gusta o que nos ha hecho feliz en un momento determinado de nuestra vida y, a pesar de que no funcione la relación, nos empeñamos en que las cosas sean para siempre. Aquí ya no se trata sólo de dejar que la química actúe, sino que hay que empezar a trabajar la parte del comportamiento en la relación.

-Entiendo, por lo que me dice, que hay que afrontar desde el inicio que una relación es algo que se va a terminar tarde o temprano, por muy crudo que parezca durante la fase inicial de enamoramiento.
-Lo primero que tenemos que empezar a entender es que las cosas no son para siempre. Podemos trabajar para que lo sean, pero no podemos forzarlo. Estamos en una sociedad en la que vivimos del usar y tirar; cuando yo tengo algo lo utilizo y cuando eso no me vale lo tiro. El problema es que hemos llevado a las relaciones al mismo terreno. Hay un punto medio que es aprender de la capacidad de entendimiento de la otra persona y lo que hay que hacer es trabajar la relación. No quedarnos en la posición del “yo soy así”, sino trabajar la posición del “qué puedo hacer para ser mejor juntos”. La idea es hacernos felices todo el tiempo posible.

-“Te quiero mucho”. “Te necesito”. “No soy nada sin ti”. ¿Solemos confundir el amor con la dependencia sentimental?
-Es una de las situaciones que más se repiten en nuestro día a día. El “te quiero” es un verbo que en castellano es muy fácil de identificar y que, al final, le falta un “para”. ¿Para qué te quiero? No solemos ser conscientes de que el querer siempre conlleva un “para”, y si lo fuésemos, seguramente, podríamos catalogar mejor la relación que tenemos. Te quiero para que me acompañes toda la vida, como compañía, como amiga, como amante. El “te necesito” no es un paso más, es un no puedo ser feliz sin tu presencia, algo que es totalmente nocivo. Una persona tiene que ser sana emocionalmente y encontrar el equilibrio por sí misma. A mí me gusta hablar del “te elijo” que para mí es el punto de amor consciente. Una pareja que funciona es aquella que desde la salud individual de cada individuo puede decirle a otra persona “te elijo desde mi libertad cada día para que estés a mi lado”.

-La elección es la primera fase del amor. ¿Es ahí donde solemos fallar más, a pesar de que nadie nos obliga?
-Es una fase en la que influye el planteamiento social de que todos tenemos que tener pareja y si no la tienes eres un fracasado. Quizás, y con el paso de los años, esto ya no es tan palpable, pero hubo un momento en el que un soltero o soltera era alguien que no había triunfado. Cosas como ésta nos han ido marcando y presionando para que encontremos pareja, pronto, y con la que estemos toda la vida. Lo que sucede entonces es que cuando nos cruzamos con una persona que nos desata esa parte química solemos perder la parte racional de valorar si es o no la pareja que queremos tener. No estaría mal elegir solamente por la parte química pero, ¿qué pasa cuando esa parte desaparece? Esa relación cambia completamente y, muchas veces, nos empeñamos en que esa relación tenga que funcionar.

-Hay una escritora americana que cita en su libro, Ayn Rand, que dijo aquello de “para decir te amo primero hay que aprender a decir yo”. La tildaron de egoísta. ¿Tenemos que recuperar el “yo” antes de hacer frente a nuestras relaciones?
-A ella le achacaron una parte de egocéntrica porque muchos libros que han tratado el amor lo hacen desde un plano idílico y de perfección amorosa. Para empezar, tengo que saber quién soy yo. Si tú no te quieres a ti mismo, no podrás querer a nadie más; no puedes centrar la autosatisfacción en el amor a los demás.

-¿Por qué es importante conocer ese rol que tenemos en una relación?
-Cuando yo sé quien soy podré saber qué puedo dar a la otra persona. Una de las primeras fases de la relación es la de la venda en los ojos: sólo dejo camino a la parte química y, sabiendo que la otra persona me está explicando sólo su parte bonita, me pongo una venda y no quiero descubrir elementos negativos que están ahí. Si no hay sinceridad en esa fase, es muy probable que la relación acabe siendo un fracaso.

-¿Buscar a nuestra media naranja sirve, o estamos perdiendo el tiempo?
-El error es buscar una media naranja y no una naranja completa. Una persona completa que me aporte la felicidad que yo busco. En el momento en el que estoy buscando una media naranja lo que hago es buscar a alguien que no es perfecto o no es una persona completa hasta que esté conmigo. ¿Qué pasa el día que yo falte o no pueda estar a tope con esa relación? La relación fracasa porque esa persona tampoco va a poder salir porque es sólo una media naranja. Para esto es fundamental tener en cuenta cuatro elementos a la hora de escoger a una persona…

-Vaya, ahora se me pone académico. Hábleme de los cuatro magníficos…
-El beneficio. Tienes que saber qué te aporta esa relación o esa persona. La sintonía: hay que ver si estáis en el mismo momento o quiere lo mismo que yo. El destino: ¿ese camino al que quiero llegar es el mismo que quiere la otra persona? Finalmente, está la parte de la química. Esta parte es la que diferencia los compañeros de vida como los amigos, o personas que traspasan esa barrera y se convierten en amantes.

-¿Los celos tienen cabida en la idea de amor que usted concibe?
-Nunca. No tenemos que olvidar que los celos comienzan por una falta de confianza de una de las partes. Esa falta de confianza la podemos desarrollar desde el punto de vista de que una persona es insegura o de que la otra persona genere inseguridad a la relación. Siempre nos han dicho que unos pocos celos están bien porque significa que queremos al otro. Yo no estoy de acuerdo y creo que los celos no deberían tener cabida nunca en el amor. Los celos no son amor, sólo representan un estado de ansiedad. ¿Quién quiere vivir con este estado de ansiedad? Lo que sí que podemos decir es que el hecho de que se disparen las alarmas por estos celos es síntoma de que la relación no está funcionando a la perfección.

-En el amor,  ¿tenemos que fijar unos límites?
-Hablamos de una relación, que es una especie de contrato entre dos personas completamente diferentes que se animan a estar juntos y a acompañarse en la vida durante un tiempo. Tenemos que comprender que en las relaciones hay que establecer unos límites en los que la libertad de una parte de la pareja no dañe o perjudique la libertad de la otra parte. Hablo de la libertad desde un punto de vista de los valores, lo que yo quiero o siento. Evidentemente, los límites más claros son los que conllevan cualquier tipo de acción violenta. Los límites son importantes pero, sobre todo, hay que establecer las consecuencias a esos límites y es algo que no se habla en las relaciones, de modo que cuando eso pasa no sabes qué hacer. Ahí dejo claro que el enamoramiento no nos puede influir en la parte de establecimiento de límites. Hay gente que dice, “por amor se hace cualquier cosa”. A lo mejor es que no hay que hacer cualquier cosa por amor.

-¿Nos hemos olvidado de incluir el sentido del humor como una de los valores básicos para que cualquier relación funcione?
-Es muy importante. Está llegando una nueva corriente que se basa mucho en la parte más física, propia de la sociedad de la imagen en la que vivimos. Si nos basamos sólo en un concepto de imagen no hay humor, ni hay un sentimiento de cercanía. Toda relación se establece teniendo en cuenta que tú salgas beneficiado de esa relación por algo. Cuando tu beneficio está muy alejado de la parte de la amistad y de la complicidad, normalmente se está perdiendo la parte del humor. Si en mi relación no soy capaz de generar esos mecanismos de risa, la persona deja de verme a mí como alguien para disfrutar de un rato agradable.

-¿La ausencia de humor puede acabar influyendo en nuestra relaciones sexuales?
-Quien no te hace reír, seguramente no te hará gemir (Sonríe).  Podrás tener relaciones sexuales con una persona que no te levanta el estado de ánimo, pero sólo durante un tiempo. Con la risa estamos generando una serie de elementos químicos en nuestro cuerpo que hace que nos acerquemos más a esa persona. Es por eso que la gente que nos hace reír nos atrae más. Si la pareja nos hace reír, queremos pasar más tiempo con ella, nos gusta estar con ella y la parte química se desata para querer tener mejor sexo con esa persona.

-¿La pareja tiene que ser nuestro mejor amigo o amiga?
-La amistad es uno de los elementos fundamentales de la relación, lo que no tengo tan claro es que deba tener el valor de ser el mejor amigo o amiga. Según nosotros vamos cambiando es normal que las exigencias que le ponemos a una amistad también vayan cambiando, mientras que nuestra pareja es la que tenemos y no va ir cambiando. El mejor amigo no sé, indudablemente, un grandísimo amigo o amiga sí. No podemos crear una relación sana si no hay en ella los valores de una amistad.

-¿Qué pilares sustentan lo que usted describe como una pareja radiante?
-Una pareja radiante es aquella que desprende luz al estar juntos, que te apetece saber más de ellos o incluso por la que sientes cierta envidia sana. Los conceptos para entender lo que es una pareja radiante son los mismos que creo que hay que trabajar. Una pareja radiante es una pareja que se conoce bien, que se admira personalmente, que se ríe conjuntamente, que es capaz de influenciarse el uno al otro. Son parejas con complicidad, que constantemente están innovando y descubriendo cosas. Personas que son, sobre todo amigas y, por supuesto, son parejas que tienen sexo.

-Habrá quien le dirá aquello de “cuando encuentre uno o una así me avisa”.  ¡Qué lista!

-Nadie ha dicho que esto sea fácil. Nos tendríamos que basar en el “yo sé que no es sencillo pero no me voy a conformar con menos”. Puedes escoger a una persona que no tenga ninguno de estos elementos y trabajar para que se generen. Lo que está claro es que te costará mucho más que si eliges a alguien que cumpla con la mayoría de ellos.




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