Palabras, imágenes, canciones, emociones que nos acompañan en nuestro camino.


dijous, 28 d’agost del 2014

EMOCIONES. Llegan, nos habitan, nos informan y las dejamos partir

El origen de la palabra ecología viene del griego oikos = casa, y el sufijo -logos = conocimiento.
La expresión ecología emocional significa etimológicamente: «Conocimiento de nuestra casa emocional». La ecología emocional enseña el arte de gestionar nuestras emociones de tal forma que la energía que nos aportan sirva para mejorar como personas, aumentar la calidad de nuestras relaciones y cuidar mejor el mundo que habitamos.
Cuando nacemos, en nuestro interior ya existe el embrión de lo que será nuestra casa emocional. Al principio sólo es una estancia en la que residen emociones básicas imprescindibles para nuestra supervivencia: el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, el asco. ¿Cómo es en este momento?
¿Es una casa abierta, bien ventilada, acogedora, con espacios libres de barreras, un buen clima emocional, donde las emociones entran y salen de forma fluida?
¿ O más bien es una casa cerrada a cal y a canto, con muros defensivos, con pinchos que hacen difícil su acceso, con algunas habitaciones cerradas que retienen emociones prohibidas?
En función de cómo sea vamos a gozar de un buen nivel de salud emocional o bien vamos a sentirnos en desequilibrio e infelices.
Te proponemos que hagas el ejercicio de cerrar los ojos y reflexionar sobre tu casa emocional. A estas alturas de tu vida eres responsable de lo que en ella ocurre. Es importante que conozcas bien sus habitantes, estas emociones, sentimientos, pasiones y afectos que entran y salen de ella, que se relacionan entre ellas y nos mueven a la acción.
¿Te gustan estos habitantes de la casa? ¿Predominan las emociones agradables o las desagradables? ¿Tienes habitantes que se han apalancado en tu casa?      
Recuerda que las emociones son un lenguaje valioso útil para ir más orientado en tu vida. Te aportan datos sobre cómo te relacionas contigo mismo, con los demás y cómo evoluciona tu proyecto de vida. Si las atiendes, les das nombre, si una vez escuchadas incorporas la información a tu mapa mental y las dejas partir, las estarás gestionando ecológicamente y serán tus aliadas. Es posible que no hayas entrado en algunas habitaciones de tu casa emocional. Tal vez temas qué hallarás detrás de sus puertas. Allí pueden estar prisioneras algunas emociones. Hay quien no se permite sentir el enfado y lo encierra en su interior. Y a fuerza de acumular ira y dejar pasar el tiempo sin gestionarla, ésta puede convertirse en rabia, rencor o resentimiento. Si tú sientes estas emociones... es el momento de «ventilar habitaciones».
Si dejas encerrada en una habitación de tu casa emocional algunas emociones desagradables o dolorosas como pueden ser la envidia, el resentimiento, el rencor, los celos... recuerda que van a convertirse en tóxicos emocionales que te dañarán a ti y a las personas que te rodean, puesto que en algún momento serán «lluvia ácida» que arrasará la relación.
Por otro lado, no debes prohibir que entren en tu casa determinadas emociones desagradables. Incluso ellas te in forman de algo que es importante para reconducir tu vida. Así la tristeza te indica que estás viviendo algo como si fuera una perdida, la ira te informa de que sientes que al­guien o algo es un ob áculo para lo que quieres conseguir; el asco o la aversión te indica que debes apartarte de una situación o de algo que es insano para ti, el miedo te señala que intuyes un peligro y te empuja a protegerte o a defen­derte, la alegría busca repetir la situación placentera, y la sorpresa promueve la apertura al aprendizaje. ¡Deja que entren en tu casa, acógelas, escúchalas y permíteles que se vayan! ¡Que no se instalen permanentemente en ella!
Tampoco es conveniente retener o evitar compartir emociones tan bellas como la alegría, el amor, la ternura, la gra­titud... Como decía el poeta Evtuixenko, incluso la ternura puede ser letal si se esconde. Cuando no expresas estos sen­timientos, el mundo se pierde lo mejor, evitas que mejore el clima emocional, y dejas de dar vitaminas emocionales a tus relaciones. ¿Acaso puedes perder algo por abrazar, decir gra­cias o te quiero, ser detallista con alguien, o regalar alegría alos demás?  Compartir emociones positivas es una estrategia siempre ganadora.

La naturaleza de las emociones es fluir. Sean agradables o desagradables de sentir, una vez cumplida su misión, de­bemos dejarlas partir.

Emociones, las razones que la razón ignora.
Mercè Conangla, Jaume Soler y Laia Soler Conangla.
Ediciones Obelisco


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