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dimarts, 26 d’agost del 2014

"La falta de comprensión nos convierte en víctimas". Thich Nhat Hanh. La Contra de La Vanguardia.

Thich Nhat Hanh, a quien Luther Kíng propuso para Nobel de la Paz
Tengo 88 años. Soy maestro zen. A los 16 ingresé en un monasterio. Vietnamita, vivo en Francia, donde fundé Plu-m Víllage, una comunidad budista. Dirijo retiros sobre el arte de la vida consciente por todo el mundo. Si tuviera que elegir entre el budismo y la paz, elegiría la paz

INFATIGABLE
Durante la guerra en su país, Vietnam, tomó una decisión que ha marcado su vida: sacó a los monjes a la calle. Desde entonces ha sido un activista por la paz. En sus viajes a EE.UU. se entrevistó con oficiales federales y del Pentágono, a quienes presentó argumentos para detener la guerra, y contribuyó a cambiar el curso de la historia cuando pidió a Martín Luther King que se opusiera públicamente a la guerra de Vietnam. Tras la contienda fundó en Saigón la Escuela para el Servicio de Ayuda Social, reconstruyó pueblos y aldeas, escuelas y centros médicos. En su reciente gira por EE.UU. se ha reunido con los altos ejecutivos más influyentes. Ha estado de gira por España

En Vietnam, durante la guerra, sacó usted a los monjes a la calle.
Mi vida no es importante. Lo importante es que usted practique la plena conciencia. Yo lo que quiero es ayudar.

Pasó de la contemplación al compromiso, es usted un revolucionario.
Piensas que tomas una decisión, pero en realidad la decisión ya existe: depende de la manera como has observado, escuchado...

Pero fue su decisión.
La libertad de decidir sólo puede venir de la plena conciencia: inspiro y sé que estoy inspirando, espiro y sé que estoy espirando. La decisión es el resultado de esa práctica continuada de mucho tiempo.

¿Libre?
Sí, libre de la ira, del miedo, del deseo..., eso te ayuda, te lleva a la compasión.

¿Qué entendió sobre el ser humano durante la guerra de Vietnam?
La guerra de Vietnam no fue distinta de otras guerras, todas se deben a que no tenemos el pensamiento correcto. Dominados por el miedo y la ira, no comprendemos el propio sufrimiento ni el de los enemigos.

Es la condición humana.
La falta de comprensión nos convierte en víctimas. Ambos lados tenían ideas de cómo obtener la paz y la felicidad, pero no eran capaces de comunicarse.

Los monjes se inmolaban, y ese es un acto violento contra uno mismo.
No había otra manera de decirle al mundo que estábamos sufriendo. Lo importante no es tu acto, sino la motivación.

Un psicólogo occidental le diría que quemarse a lo bonzo es una locura.
or eso tuve que ir a EE.UU. a explicárselo a Martín Luther King, porque desde la visión occidental es muy difícil de entender.

King le propuso para el Nobel de la Paz y se opuso a la guerra públicamente.
Fui a EE.UU. porque sabía que había poca comprensión de la situación, pero con Luther King llevábamos tiempo carteándonos. Él, como usted, también quería entender por qué los monjes se prendían fuego.

Se entrevistó con oficiales federales y del Pentágono, como Robert McNamara.
Los más difíciles fueron los integrantes del movimiento por la paz, en el que había mucha ira. Pasé mucho tiempo ayudándolos a tener más compasión. Estaban muy enfadados conmigo porque yo no estaba enfadado. Tuve que tener mucha paciencia.

¿Cómo consiguió crear una universidad budista ilegal en Vietnam?
No fue fácil, pero hay algo que quiero decirle: aunque usted sea una persona muy talentosa y tenga mucha energía, sola no podrá hacer gran cosa. Hemos de construir una comunidad en la que haya mucha comprensión mutua, que comparta ideales: es la manera de tener esperanza para alcanzar algo.

Trabajó usted con veteranos norteamericanos de la guerra de Vietnam.
Hicimos retiros de plena conciencia con ellos. Fue muy difícil, pero hubo verdaderas sanaciones. La comprensión ha de ser muy amplía: también hay que comprender el sufrimiento de los que te envían a la guerra.

Pues ellos hablan de daños colaterales.
Sufren mucho. El secretario de Defensa Robert McNamara dimitió tres meses después de conocerme. Tenía un gran peso en el corazón, consideraba que esa guerra había sido un error.

¿Cómo sanar el horror de una guerra?
Cuando comprendes el sufrimiento propio y ajeno, y aspiras a ayudar a los demás, nace la compasión, y eso empieza a sanarte. Déjeme que le explique una historia.

Adelante.
Daniel, un veterano de guerra, estaba lleno de odio porque la mayoría de sus compañeros murieron en una emboscada. Quería vengarse: fue a un pueblo y dejó una bolsa de bocadillos llenos de polvo explosivo..., y vio como cinco niños se los comían.

¿Los vio morir?
Sí, en brazos de sus madres. Cuando lo conocí era un hombre torturado, no se atrevía a contar esa historia a nadie. Le aconsejé que dedicara su vida a salvar niños que estaban muriendo en el mundo, que la energía de esa aspiración le salvaría. Lo hizo y soñó que los cinco niños le sonreían. Sanó y se casó con una dentista inglesa.

Usted es el sabio de referencia de banqueros y empresarios.
Vienen a nosotros porque también sufren.

Un gesto de cualquiera de ellos acabaría con el hambre en el mundo.
Han intentado hacer obras de caridad, pero eso no les ha ayudado.

¿Y por qué sufren tanto?
Porque tienen dinero pero no tienen felicidad ni tiempo para amar. Están llenos de preocupación, miedo, ira..., y no disfrutan. No se comunican ni con sus mujeres ni con sus hijos, y sin comunicación no se puede ser feliz Yo siempre les digo: "¿Qué prefieres, ser feliz o tener dinero?... Debes elegir".

Quieren ambas cosas.
Sí, pero si practican en serio, empiezan a transformar su mente y a descubrir el amor, Se dan cuenta de que no necesitan su dinero y escogen la felicidad. Es interesante.



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