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dijous, 18 de setembre del 2014

"En toda relación de pareja hay una tercera persona". Alvaro de la Rica. La Contra de La Vanguardia.

Alvaro de la Rica, publica 'No te vayas sin mí’ una reflexión sobre el amor.
Tengo 49 años. Nací en Madrid y vivo en Navarra. Tengo cuatro hijos. Me licencié en Derecho y realicé mi tesis sobre filología. Soy escritor, crítico literario y profesor de Literatura. Creo en el liberalismo. Soy cristiano y tengo un Dios personal con el que procuro hablar

DESNUDOS
Este profesor de Literatura Universal en la facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, que ambiciona sin rendición un amor que no repose en el conformismo, en rendirse a la mutua compañía formal, sino que aspira a ese amor que nos desnuda, que nos impulsa a la vida y que nos hace dignos de él, recurre a la gran literatura y al legado de los sabios para iluminar el camino. Asegura que el amor es luz y que la senda es ardua, pero que al final es lo único que merece la pena. Su novela No te vayas sin mí (Ediciones Alfabia) no pretende darnos respuestas, simplemente nos hace testigos de una gran historia de amor que “bien podría ser la nuestra"

Sostiene usted que en toda relación hay una tercera persona.
Sí, diversas formas de terceras personas. El amor entre dos personas ya de por sí genera un tercero, que es la relación, y con frecuencia son proyectivas a una tercera persona, que son los hijos.

La relación de pareja se modifica con los hijos, si.
Precisamente el juego está en saber gestionar bien todas esas terceras personas que no necesariamente son alguien que se cruza en el camino de uno de ellos.

El amor es un tema sobre el que se ha reflexionado mucho.
De los grandes clásicos han bebido todos, y yo destacaría como idea fundamental que nadie posee a nadie.

Ese es un bonito enunciado que pocas veces se cumple.
Si aprendes las lecciones de los clásicos, la vida se convierte en algo más difícil, pero a la larga en más vivible porque el camino es más sabio.

No sé si es un consuelo.
Desde el Cantar de los Cantares hasta Kafka subyace esa lección de que nadie posee a nadie, pero es algo que no acabamos de entender y por diferentes circunstancias nos hacemos prisioneros o guardianes los unos de los otros.

El amor nos fragiliza
Los extraordinarios escritores japoneses del siglo XX, como Kawabata, Mishima o Endo, defienden que el amor es más penetrante, profundo, intenso y duradero cuando se vive desde una posición de debilidad, de delicadeza, en lugar de fuerza.

¿Cargar al otro con tu debilidad?
No hablo de victímismo. La delicadeza es en parte reconocimiento de que uno es débil, limitado, de que no posee, esa debilidad es una fuerza, la de la flexibilidad y la capacidad de escuchar, que me parece otra de las claves, la vemos muy marcada en Platón.

Un amante del diálogo.
En la pareja, él o ella, se pueden convertir en tiranos, y la etimología de tirano es precisamente el que no escucha. La postura tiránica es la de quien desde una posición de poder, que en el caso de la pareja deviene de la dependencia de amor, no escucha.

Algunas parejas que llevan años juntos tienen poco que decirse es triste.
Es una habitual fatalidad, pero no tiene que ser así. Otra cosa que uno aprende de los clásicos es que la vida hay que gobernarla. Karen Blixen decía que lo importante no es vivir, sino navegar la vida.

¿Y eso en qué se traduce?
En valentía. Uno está con otro a veces por las circunstancias: los hijos, el piso... Me da lo mismo, si no estoy bien con mi pareja, ¿de qué les sirve a mis hijos?

Si fuera tan senciIIo.
Hay que actuar con libertad. Que una pareja esté profundamente aburrida es indigno de cualquiera de los dos.

No hay que resignarse.
No. Pero antes de abandonar hay que luchar: la capacidad de superar las crisis es la medida de un amor. Uno ha de crear a su alrededor las condiciones para que haya alegría, vida, fecundidad.

Es muy difictil amar y ser amado...
Sí, pero es lo único que merece la pena realmente en la vida. A mí me emociona ese último fragmento de Raymond Carver antes de morir de cáncer. "¿Y conseguiste lo que querías de esta vida? Lo conseguí. ¿Y qué querías? Considerarme amado, sentirme amado en la tierra".

El amor nos hace inteligentes, dice uno de sus personajes.
Porque ilumina desde dentro y calienta, nos predispone a diseccionar la realidad empezando por uno mismo, todo el ser se mueve hacia algo positivo, se trata de eso tan bonito que decía Hemingway: "Cuando una pareja se ama y uno o los dos hacen un buen trabajo, la gente se siente atraída hacia ellos como los pájaros de noche ante la luz de un faro". Sí, el amor es luz.

Hemingway mezclaba su trabajo literario con el amor, y no lo entiendo.
Cuando hay amor en una pareja, amor en serio, precisamente porque es una fuente de luz, de positividad y de inteligencia, facilita que cualquiera de los dos resplandezca, es proyectivo, le hace ir hacia delante.

Juega la fortuna: te encuentras o no.
Tropezarte con alguien adecuado es una suerte a la que todo el mundo en algún momento tiene acceso; puede que tuviéramos la oportunidad y la gestionáramos mal.

Eso es duro por su parte.
Dificultades las tiene todo el mundo, y hay que salir airoso hacia delante. Tiene mucho que ver con estar bien con uno mismo, que es la clave del amor de pareja. Que lo que te acontece sea negativo, duro o arduo lo tienes que dar por supuesto.

Deme un pensamiento que a usted le haya hecho reflexionar.

De nuevo citaré a Karen Blixen: "Yo responderé". Pero eso no significa que responderé lo que tú quieres oír, sin esa libertad radical el amor no se puede dar, fracasa. Y esa libertad es la que hay que renovar cada día, y es una cuestión personal.

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